Looking for some peace (Natalie)

Últimamente el mejor lugar que tenía para escapar de todo era el muelle. No sabía por qué, pero este sitio me transmitía una paz que pocas veces había sentido. Probablemente eso fuese por el suave vaivén de las olas o porque no muchas personas andaban rondando por allí al atardecer. El sol estaba por caer así que tenía que apurarme para llegar allí y poder contemplar como se escabullía por el horizonte, uno de mis momentos del día favorito.

Al llegar a la playa me quite los zapatos, los enredé entre sí con los cordones y me los colgué en el cuello antes de sentarme en el borde del muelle dejando que mis pies colgaran en el aire llenándose del fresco aire que el mar le otorgaba. Solté un suspiro intentando relajarme y dejar de pensar un poco en todo el rollo de ser un lobo porque terminaría por volverme aún más loco. Todavía no entendía como había sucedido lo de la noche anterior y francamente volver a mi casa no era una opción ¿Qué si me volvía a pasar y lastimaba a alguien? No me podía dar el lujo de regresar. Apoyé mis brazos en la sucia madera y me dediqué a contemplar algunos pájaros pasar por encima mío hasta que un par de pisadas detrás mío me pusieron un poco alerta.

Me quedé atrás cuando él se acercó al mostrador, observándolo con una sonrisa, parecía un niño pequeño cuando se ponía a titubear. Esperé a que pidiese mientras yo miraba una mesa libre en la que poder sentarnos, lo miré cuando volvió a hablar y volví a bromear. - Vale, vale, prefiero que me invites a que me pegues por no dejarte hacerlo- Revolví su pelo sin borrar la sonrisa de mi cara y señalé con la cabeza la mesa libre. - ¿Vamos a sentarnos allí en lo que nos traen la comida? - Le pregunté volviendo a separarme sin dejar de observarlo, era realmente guapo.

Quizás no debería pararme a pensar en esas cosas, pero para cuando quise darme cuenta lo estaba observando de nuevo mientras me llevaba de la mano hasta la mesa. Me senté dejando mi bolso a un lado y lo miré reaccionando a lo que había dicho. - ¿Y porque te he hecho caer yo? Eres tu que eres muy patoso - Le saqué la lengua bromeando y acomodándome en el asiento, esperaba que no tardasen mucho en traer la comida porque con el olor del sitio ahora me moría del hambre.

Observé como se relamía sus labios y sacudí la cabeza cuando pensé que eso me gustaría hacerlo a mi, reí un poco sin darle importancia, ese café tenía que llevar algo raro. Levanté de nuevo mi vista cuando me preguntó donde vivía y volví a mirar por el cristal. - ¿Ves aquel edificio verde? Pues el balcón con las jardineras negras es el mío - Solté con una sonrisa y aparté mis brazos de la mesa cuando el camarero trajo nuestras cosas. - ¿Y tú? - Cogí un arito de cebolla y lo solté de golpe cuando me quemé, era idiota, pero estaba acostumbrada a que las cosas estuvieran a buena temperatura para mi.

Creo que muchas veces debería pararme más a pensar antes de hacer las cosas, pero bueno, que más daba ya, de todas formas no creo que esa quemadura me hiciese demasiado. Observé como inspeccionaba mi dedo mientras lo escuchaba, lo miré mal cuando me llamó patosa. - No te burles de mi - Le saqué la lengua de nuevo y le respondí a lo anterior, había visto más de una vez alguna de esas casas cuando iba al centro comercial en coche. - He visto más de una de esas, siempre las he visto muy bonitas - Le comenté moviendo un poco el dedo. - Nos curamos muy rápido, ya prácticamente no lo noto -Le expliqué de forma tranquila, moví mi mano y le di con ese dedo en la punta de su nariz, sonriendo un poco.

Lo miré raro cuando dijo lo del cuchillo intentando aguantar la risa, llevé mis manos hasta la bandeja y alejé de él el cuchillo que venía con la comida. - Creo que estarás mejor lejos de esto - Le comenté burlándome un poco y llevando de nuevo mis manos hasta el arito de cebolla mientras hablaba. - Si te cortas no tardarás mucho más de algunos segundos en curarte, al principio es bastante increíble de ver - Soplé un poco el arito antes de llevármelo a la boca y masticarlo mientras lo saboreaba, preguntándome si nos veríamos alguna vez después de esto.

Merecía la pena que aún siguiese algo caliente con tal de saborear ese sabor, siempre me había encantado ese tipo de comida basura. Lo miré levantando una de mis cejas como si estuviese molesta al escucharlo - ¿Deditos? - Cogí otro arito de cebolla y me lo llevé a la boca de la misma forma que el anterior, dejando que su sabor me llenase. Reí un poco ante su respuesta antes de contestarlo - Como sigas burlándote de mi yo misma seré quien pruebe tu curación acelerada con este cuchillo, ojitos azules - Le contesté bromeando mientras señalaba con los ojos el cuchillo que antes había apartado. Aparté los aritos de cebolla a un lado antes de acercar uno de los platos con una hamburguesa y cogerla con cuidado de no mancharme.

Coloqué mis dedos con cuidado sobre la hamburguesa antes de propinarle un mordisco, mastiqué mientras le observaba y sonreí cuando hizo un gesto mostrando como se rendía. Di otro mordisco escuchándole y volví a dejar la hamburguesa en el plato, si estuviese sola ya me llegaría por la segunda, pero por alguna extraña razón me importaba mucho lo que Elliot pudiese llegar a pensar de mi, así que me dedicaría a ser la chica más educada del sitio. Tragué la comida y asentí repetidas veces mientras bebía el refresco - La mayoría de las veces es lo que provoca nuestra transformación, al menos al principio ¿Algo te hizo enfadar ayer? - Le pregunté de nuevo cogiendo mi hamburguesa y hablé de nuevo antes de morderla- Oh, y ni se te ocurra llevar cosas de plata - Le propiné otro mordisco a la hamburguesa, intentando recordar más cosas de nosotros que fuesen realmente relevantes, llevaba bastantes años así por lo que ya estaba demasiado acostumbrada a nuestras cosas.

Observé como un poco de lechuga había caído en el plato y la cogí con cuidado para llevármela a la boca, sin darme cuenta de que eso no lo haría una de esas chicas tan educadas, pero que mas daba ya. Lo observé y me quedé totalmente callada cuando dijo que se había enterado de que era adoptado, nunca había sido demasiado buena para dar consejos en cosas serias como estas, así que quizás lo mejor sería quedarme callada, pero no podía, me sentaba mal que le hubiesen engañado de esa forma y no tenía ni idea de porque, yo no era de sentirme mal por los demás. - Lo siento... - Fue lo único inteligente que se me ocurrió murmurar. Volví a coger mi hamburguesa intentando volver a la normalidad, no quería que se sintiese mal por mi culpa. Escuché sus pregunta mientras masticaba y me limpié con una de las servilletas antes de contestar. - Las balas de plata nos matan, pero si te tocan con algo que está hecho de plata te quema - No sabía muy bien como explicarlo, al poco tiempo de convertirme me coloqué un colgante hecho de plata y tuve que tirarlo enseguida, creo que jamás me había vuelto a atrever a tocar algo de ese material, podría decirse que casi me daba hasta pánico.

Echaba de menos ese colgante, como también echaba muchas cosas de menos de mi antigua vida, pero ya no había vuelta atrás, ahora estaba aquí y mi vida había dado un giro increíble, de todas formas no era momento para arrepentirse, conocer a Elliot no había estado nada mal. Sonreí un poco cuando dijo que ya pasó, sabiendo que seguramente fuese mentira, pero al menos me alegraba que hoy no estuviese mal. Di de nuevo otro mordisco a la hamburguesa mientras lo escuchaba y lo observé beber gaseosa antes de dar el último mordisco, al menos me alegraba haberme controlado para no acabarla antes que él. - No conozco ningún caso, pero supongo que no ocurriría nada, es decir, traspasaría tu piel y demás, pero al final acabarías curándote, o al menos eso creo... - Hice una mueca, ahora la que se había quedado con la duda era yo.

Cogí el vaso de gaseosa entre mis manos una vez que terminé de limpiarme, bebiendo algo rápido para acabar el refresco por fin, aunque enseguida me arrepentí, quizás nada más acabar cada uno se iría por su lado y eso era lo último que quería en este momento. Solté un suspiro despacito dejando las servilletas usadas sobre el plato y cruzando mis piernas mientras lo escuchaba, riendo un poco por lo que decía del balazo. Estaba con mi vista clavada en el suelo cuando escuché lo siguiente que dijo, haciendo que una sonrisa cruzase mi rostro de forma inmediata. - Claro, esta vez invito yo y no acepto reproches - Dije. Me levanté descruzando mis piernas y volviendo a colgar mi bolso en mi hombro antes de salir del hueco que había entre la mesa y el banquito. - Hay una heladería en la playa, no está muy lejos de aquí - Comenté algo pensativa, quizás él conocía otra por aquí cerca.

Coloqué mi falda observando mi ropa mientras esperaba que él se levantase, aunque antes acabé riendo por su broma, no entendía como conseguía hacerme reír cada dos por tres. Asentí a sus palabras mientras observaba su brazo, dos segundos después ya estaba entrelazando el mío con el suyo. - Me encanta esa heladería, tienen el mejor helado de menta chocolate que he probado en mi vida - Dije algo golosa y reí un poco al darme cuenta de que habría sonado como una niña pequeña. Caminé agarrada de su brazo y salimos del local poniendo rumbo a la heladería, me concentraba en no dejar de mirar al suelo porque cada vez que levantaba la cabeza mi vista iba directa a sus labios.

- Ya verás, te va a encantar, además lleva trocitos de chocolate - Le comenté con una sonrisa, siempre había sido mi sabor de helado favorito y al menos si me ponía a pensar en eso dejaba de mirar sus labios como una idiota. Sonreí sin apartar mi vista del suelo cuando mencionó que el se lo pedía de fresa, acaricié su antebrazo con las yemas de mis dedos mientras caminábamos, era tan suave que hasta relajaba. Levanté mi cabeza enseguida y sonreí al ver la heladería - ¿Lo pedimos para llevar y nos lo tomamos en la playa? - Le pregunté deseando que aceptara mientras entraba con el dentro y nos poníamos a la cola.

Observé a la gente, al menos no era mucha y pronto podríamos pedir e irnos a la playa. - Yo siempre prefiero la playa por la noche, es mucho más tranquila - Le confesé con una sonrisa y sin querer miré sus labios, me giré enseguida en cuanto el dependiente llamó mi atención para que pidiese, solté el brazo de Elliot una vez que estuve frente al mostrador. - Lo siento, dos helados de menta con chocolate, por favor - Le pedí rascando un poco mi cuello y sonriendo levemente, temía que Elliot se hubiese dado cuenta de lo que había hecho. Metí mi mano en mi bolso y saqué la cartera para pagar el precio que el chico me había indicado antes de coger los helados y darle el suyo a Elliot. - Aquí tienes ¿Vamos? - Volví a coger su brazo con disimulo esperando que fuese él quien comenzase a caminar.