May I put a smile on your face? [Xav]

Recuerdo del primer mensaje :

Tenía hambre, mi pancita gruñía como los leones de la tv, ya habia pasado una lune desde la última vez que había comido algo, caminé por los alrededores y observé una casa grande muy bonita que tenía una de las ventanas abiertas, dudé, pero el gruñido de mi pancita se hizo más fuerte, así que me acerqué a aquella casa y entré por la ventana abierta, todo adentro era muy bonito y limpio, caminé buscando la cocina, intentando no hacer ruido por si habia alguien en casa.

No me levante del todo del suelo, solo me incorpore un poco quedando sentado y observaba a la chiquilla dormida, esto lo podía permitirlo... de nuevo se coló en mi casa y en esta ocasión no para buscar comida sino para quedarse a dormir en mi cama, cuando no permitía que absolutamente nadie lo hiciese. Al menos por el ruido que hice ella empezó a despertar y me encontró en el suelo, además de empezar a hacer sus preguntas sonriendo de esa forma. La mire frunciendo el ceño. - No, no estoy jugando - Dije molesto levantándome del suelo. - ¿Me puedes explicar qué rayos haces en mi cama? - Pregunte caminando al interruptor de la luz y encenderla que aun era de noche.

Solté un quejido cuando el encendió la luz, mis ojitos dolían, me los tallé y me senté como indiecito en la cama, miré mis pies. -Afuera llueve- dije y comencé a jugar con mis manos. -tenía frío y me estaba mojando- miré al señor de nuevo, sentí mis ojos picar, no quería volver afuera, afuera era feo, allí adentro todo era bonito e iluminado. -no me saque de su casa- pedí y bajé la mirada, sintiendo mis mejillas mojadas, como si hubiera llovido en ellas.

Me gire para mirar a la chiquilla en espera respondiese qué demonios estaba haciendo en mi cama, tratando de contenerme para no sacarla a jaloneos de mi casa ya que creí había dejado claro cuando le pedí se marchara la primera ocasión. Fruncí un poco el ceño ante su respuesta y fui hacia la ventana para confirmar lo que ella decía, estaba lloviendo pero aun así ¿Qué piensa es refugio aquí? ¿No fue suficiente con haberle dado comida? Volví a gruñir por lo bajo y fije mi mirada en ella cuando pidió no la saque ¿mierda ahora que hago? – Bien, pero no puedes dormir conmigo… no me gusta la compañía – Dije serio caminando hacia la puerta abriéndola. – Sígueme te llevare a otra habitación – No podía creer estuviera accediendo a dejarla quedarse en casa. Salí de mi habitación y camine hacia la habitación de al lado que se supone es de huéspedes, aunque aquí tengo habitaciones a lo idiota porque solo vivo yo. Abrí la puerta de la otra habitación, localice el interruptor de luz y la encendí iluminando la habitación.

-¿Porqué no? a mi me gusta dormir junto a la gente, son calientitos- respondí, me bajé de la cama y le seguí de cerca, descalza, su se había molestado sí porque estaba ahí, esperaba no se molestara mucho al ver mi ropa, mi abrigo lo había dejado sobre una silla que encontré, para que se secara, esperaba que no lo mirase y me regañara, entré a la habitación y miré alrededor, después alcé la mirada y miré su rostro. -¿porqué no te gusta que la gente duerma contigo?- pregunté ladeando la cabeza y cubrí mi boca al bostezar.

Le eche un rápido vistazo a la habitación, aunque aquí no duerma nadie se mantiene limpio porque son las ordenes que dejo claras a los del personal del aseo, mantener limpia cada una de las habitaciones de la mansión. Fije mi mirada en la chiquilla cuando llego y solté un suspiro ante su pregunta… por eso mismo odiaba tanto a los niños por preguntones sobre todo y a todo momento. – Solo no me gusta y ya – Respondí de mala gana, quite mi vista de la chiquilla y fui hasta la cama jalando un poco las cobijas.  No sé por qué demonios tengo que estarla atendiendo ¿Qué no ya hice suficiente? Pfff – Anda ya acuéstate – Le ordene mirándola.

Me acerqué a la cama, me trepé a ella e hice una mueca, no quería que el señor estuviese molesto conmigo, me acerqué a él y puse mi manito en su mejilla. -no se enoje, señor- pedí mirándole a los ojos después me metí debajo de las mantas. -gracias por dejarme quedarme, señor- musité y me hice bolita bajo las cobijas, mirando al señor fijamente, ya no se veía tan malo como hace rato que había estado buscando comida.