Looking for something normal

No se como había acabado en el bosque, pero ahí estaba, ya fuera de forma lupina y tirada en el césped desnuda, al menos esta vez me había acordado de traer mi bolso conmigo. Observé el cielo mientras pensaba que quizás sería bueno vestirme antes de que a algún tonto del parque de atracciones le diese por hacer senderismo, estaba demasiado cerca como para que alguien me viese con solo adentrarse unos metros.

Me incorporé sin quererlo mientras soltaba un pequeño suspiro, acercándome a mi bolso marrón y buscando en él la ropa que había traído conmigo. Comencé por sacar la ropa interior y colocármela con normalidad, dejando que mi cuerpo se adaptase a ella mientras sacaba un vestido corto de flores y me lo colocaba, en cuanto acabé de vestirme colocándome las sandalias me levanté del suelo estirando mi vestido, tenía que parecer una persona normal cuando entrase al parque y no una loca que venía del bosque porque se había transformado en lobo. Colgué mi bolso en mi hombro comenzando a caminar, me conocía ya este camino, la salida de emergencia no era difícil de abrir para mi y casi nunca había nadie por ahí, era justo la parte trasera de los puestos de comida.

Entré en el sitio con normalidad y comencé a caminar posando mi vista en los puestos, esto de dejar de ser una mujer para convertirse en una loba siempre me daba mucho hambre. Me dirigí al puesto de perritos intentando no babear al verlos, si no quedase como una auténtica loca me pediría quince solo para mi. Tenía tanto hambre que hasta que no vi que se posaba a mi lado no me di cuenta de que había llegado, una licantropa como yo, el hambre pasó a un segundo plano mientras posaba mi mirada en ella, juraría que jamás la había visto por Seattle. - Disculpa... - Hablé mirándola por unos momentos y cogí el bote de ketchup cuando me dejó pasar, la chica de puesto ya me había dejado mis dos perritos sobre el mostrador y ahora estaba cogiendo la vuelta de mi pedido.

Tomé el bote de ketchup con una de mis manos antes de volver al mostrador y llenar los dos perritos, había echado tanto que casi ni se veía la carne. Le di las gracias a la chica del puesto mientras cogía mi vuelta y la guardaba en el bolso, no era una cantidad muy grande de dinero así que directamente la había soltado por ahí, tenía demasiado hambre como para ponerme a guardarla en la cartera. Cogí los perritos y me giré dispuesta a irme cuando vi a la misma chica de antes, pero esta vez temblando, hice una mueca mirando a mi al rededor y me acerqué a ella poniendo mis dos perritos sobre una de mis manos y cogiendo suavemente el brazo de la chica apartándola hacia un lugar menos... visible. - ¿Estás bien? - No era lo más inteligente que había podido preguntar pero...

Por desgracia, conocía esos temblores demasiado bien, incluso a día de hoy aún aparecían en mi cuerpo cuando me enfadaba demasiado, era una de las cosas que más nerviosa me ponía. Acomodé los perritos en mi otra mano, ahora me arrepentía de haberme puesto prácticamente todo el ketchup del puesto, tenía que hacer malabarismos para que no chorrease sobre mi mano y tener agarrado el brazo de la chica a la vez. Escuché sus palabras haciendo una mueca, acto seguido miré a nuestro al rededor como ella había hecho, no entendía nada. - ¿Tu hermana? Debes tranquilizarte primero, no puedes salir ir por el medio del parque así - Eché un vistazo de nuevo a nuestro al rededor antes de intentar ayudarle de nuevo - Respira hondo, como si nada más importase, tienes que tranquilizarte o acabarás transformándote aquí - Hablé con serenidad, intentando no alterarla más de lo que ya estaba.

Parecía nueva en esto y lo último que quería es que se tirase al suelo gritando por el dolor de la transformación, lo poco que entendía sobre los de nuestra raza lo había descubierto yo misma y no me gustaba tener que andar ayudando a los demás, nunca había sido algo que se me diese demasiado bien. Gracias a Dios parecía que se había tranquilizado, por lo menos su cuerpo había dejado de temblar como antes lo hacía. - No lo sientas, no tienes porque quedarte encerrada en casa, simplemente tienes que aprender a controlarlo poco a poco - Intenté animarla con el tema, ser lo que era no la tendría porque retener en casa.

Me encogí de hombros y le tendí mi mano para que la ayudase a la hora de levantarse. - No hay de que, yo al principio también estaba como tú, todo es cuestión de control - Me mordí el labio sin saber muy bien como explicárselo, yo tampoco lo entendía cuando no me controlaba, tan solo me dedicaba a seguir los consejos que mi hermano me daba y al final acabé consiguiéndolo, la verdad es que ni yo me lo creía a veces.