A promise is a promise {Rin}

Estaba acostumbrado a que me dijera mequetrefe o mocosito y esas cosas desde que había llegado aquí a vivir con ella. Si otros chicos me llamaran así seguro me molestaría, pero viniendo de Rin era algo común y hasta me gustaba me dijera así solo a mi. Katherin no era mi hermana de verdad, pero para mí era lo más importante que tenía y siempre sería de mi familia no importa lo que los demás digan. Aún recordaba como me había acogido desde el primer día cuidando de mi, haciendo bromas acerca de los demás y enseñándome más trucos de magia de los que yo sabía; realmente había aprendido a controlar más los hechizos con su ayuda y todos eran muy gyays.

Vi como se acomodaba el cabello y tomé el jugo de naranja más lleno para beber un poco. Hice ruidos graciosos mientras lo bebía y negué con la cabeza ante su pregunta. –Tengo muchas opciones, pero no sé donde iremos porque dijiste era sorpresa– le expliqué entrecerrando un poco los ojos. –Espero sea un buen sitio– agregué comiéndome un panqueque en lo que ella iba al baño. Se me derramó un poco de dulce sobre su sabana, pero lo limpié con un poco de magia para que no lo notara. Eran sus favoritas y sería Benjamin muerto si se enteraba. –Esto, sí, ya estoy listo,Rin– le dije bebiendo lo que restaba de jugo escuchando los ruidos del baño.

Me quedé sentado sobre la cama esperando a que mi hermana viniera y lo hizo, pero además tenía algo en sus manos. Se acercó a mi y me ató esa pequeña tela alrededor de los ojos para que no pudiera ver nada. Sonreí e intenté hacer un hechizo para poder ver a través de eso, pero por alguna extraña razón no podía hacer ningún conjuro sobre ese pedazo de tela. –Diablos– bufé sabiendo que en verdad me llevaría sin que yo pudiera ver nada. ¿Así se sentían las personas que no veían? Vaya, realmente era muy feito.

Me agarré fuerte de mi hermana cuando me cogió en brazos y sentí las pisadas en la escalera a medida que íbamos bajando. Salimos por la puerta y nos metimos en el coche. Me senté bien en el asiento del copiloto y moví un poco mi cabeza con el sonido de la música que Rin había puesto; una de mis favoritas. –Espero sea fantabuloso– dije con toda la emoción que tenía. Estaba tan entusiasmado por saber donde iríamos que ya quería llegar. Por suerte el sitio no estaba lejos porque llegamos pronto y mi hermana me indicó que podía quitarme la venda. La desaté como pude y me encontré con un sitio que jamás hubiese esperado venir excepto por el colegio. –El museo municipal– murmuré viendo a la gente entrar y salir y a algunos niños entrar corriendo. Mire a Rin –Entremos ¿Qué cosas divertidas podemos hacer?– quise saber. La tomé de la mano para arrastrarla dentro. Quizá había dinosaurios o eso, esperaba que así fuera.

Era un sitio enorme hasta podría asegurar que era aún más grande que mi colegio, además tenía columnas enormes que me hacían pensar que estaba atrapado en otra época. Realmente no era como un parque acuático, pero era un sitio estupendo además no me extrañaba estar en un sitio así con Rin. Sí, mi hermana era muy inteligente y siempre estaba queriendo saber más de lo que ya sabía y si podía arrastrarme a mi en eso aún mejor para ella.

Asentí y me quedé cerca de ella mientras caminábamos por el museo. Había muchos cuadros, pinturas y esculturas por todos lados, pero todo tenía un cartel que decía "No Tocar". Que gente aburrida los que manejaban este lugar. Dimos la vuelta a una esquina y nos encontramos con una exposición de dinosaurios. Me zafé un poco del agarre de Rin en mi brazo y corrí a ver el más grande que había. –¿Sabes hacer eso?– pregunté volteándome a verla. –Quiero lo hagas, por fa– le pedí con una sonrisa. Sería genial poder ser un dinosaurio al menos por un momento. Miré los enormes dientes del dinosaurio y volví a asentir. –Es un Tiranosaurio Rex, uno de mis favoritos porque es uno de los más grandes– le expliqué emocionado acercándome un poco para tocar uno de sus huesos. No había guardias cerca.

Por un momento me detuve a pensar en como sería si fuera dinosaurio y llegué a la conclusión de que acabaría rompiendo toda la casa al ser tan grandote, aunque Rin podría hacerme de un tamaño más chiquito. Seguro ella podía lograrlo, siempre que le preguntaba algo acerca de la magia ella me respondía porque sabía muchas cosas. Yo era pequeño y nuevo en todo eso de los hechizos, pero me esforzaba mucho para parecerme a ella cada día.

Hice una mueca cuando nos alejamos de la sección de los dinosaurios, pero su propuesta me acabó convenciendo. Jugar con los maniquís y hacer magia era algo aún más divertido que ver al Tiranosaurio Rex ahí quietito. Quizá después podamos hacer que cobre vida para asustar a los demás, pero descarte eso al saber que saldría en la televisión. Dejé de pensar en eso y volví a imaginarme lo divertido que sería jugar con lo que Rin ofrecía. Asentí después de que ella asintiera y miré hacía donde ella estaba mirando. –¿Tienes algo planeado?– susurré en voz baja en tono confidencial porque había varias personas cerca. –Será como la peli del museo– agregué con diversión recordando aquel film.

Cerré los ojos sonriendo cuando besó mi frente y caminé junto a ella hacía la sección de la prehistoria. Por suerte no estábamos muy alejados de allí, ya que llegamos rápido al lugar. Nos quedamos en los pasillos cerca del baño y Rin me indicó que aquí las cámaras no nos podían ver, pero nosotros podíamos observar todo el sitio desde donde estábamos. Asentí y me quedé realmente quieto donde estaba viendo a todas las personas que pasaban a nuestro alrededor viendo todo lo que esta sección tenía para ofrecer.

Solté una gran carcajada cuando uno de los cavernicolas le golpeó a un señor en la cabeza y él muy enojado decía insultos muy comunes. Su hija se reía de él también y yo miré a Rin aún riendo. Pensé en algo que pudiese hacer con lo poco que yo sabía y una idea vino a mi mente. Tragué saliva y miré los dibujos esos viejos que estaban pintados sobre un mural simulando ser los que antes dejaban los hombres prehistoricos. Con un poco de magia hice que los dibujos cambiaran haciendo que los muñequitos se pegaran entre sí con bastones en vez de hacer fuego. Hice que otro señara su dedo del medio y me reí un poco. –No soy tan bueno como tu– dije con un suspiro.

Sonreí al ver como la gente miraba las cosas que Rin y yo habíamos hecho y no entendían como pasaban. Ser un hechicero era lo mejor de todo porque se podían hacer muchas cosas solamente con pensarlo y practicar mucho sobre el tema. Pobres los demás que no tenían a mi hermana como mentora, ellos no aprenderán nunca las cosas maravillosas que ella sabe, yo era muy afortunado de tenerla conmigo.

Asentí varias veces cuando dijo lo de la edad media y sonreí de medio lado cuando dijo que mejoraría con el tiempo. –Quiero ahora, no me gusta esperar– me quejé con un suspiro medio bufando antes de tomarle de la manita para ir a la otra sección. Había más personas que en la anterior y todos estaban un poco más dispersos que en la otra habitación.
Me metí las manos dentro de los bolsillos delanteros de mis pantalones cuando Rin me lo indicó y sonreí. –No nos van a pillar– dije un poco divertido caminando por los alrededores pensando en que podría hacer. Me acerqué un poco a ver una exposición de batalla donde había de todo; caballos, guerreros y hasta una maqueta tamaño mediano de un castillo medieval. Carraspeé un poquito e hice que los caballos relincharan unos a otros y que los jinetes desenfundaran sus espadas para desatar una lucha. –¡Por Narnia y por Aslan!– gritó uno preparado para luchar. La gente miraba la escena entre asustada y divertida. Miré a mi hermana para ver que le había parecido.