Bongo's fault {Amelie}

Sábado por la mañana, nueve de la mañana para ser más precisos.
Los rayos del sol matutinos le dieron de lleno en el rostro a través de los cristales de la ventana de su cuarto. El rubio abrió los ojos de a poco y se encontró con su habitación y su perro Bongo en la punta de sus pies, como acostumbraba dormir la gran mayoría de los días. El joven se rascó la cabeza y movió los pies despacio para no despertar a su mascota en lo que se encaminaba para darse una ducha. Se despabiló bastante después de un buen baño aunque aún estaba un poco soñoliento al haberse acostado un poco tarde la noche anterior. Cepilló sus dientes con un poco de vagancia y salió del baño ya vestido para buscar la correa de su fiel amigo. —Iriemos de paseo, Bon— dijo el muchacho viendo como su perro comenzaba a corretear por todos lados tras escuchar la palabra clave 'paseo' . Joshua tomó la correa y la sostuvo en la mano mientras bajaba por las escaleras seguido del animal. Dudó un momento y le puso la correa en el collar con un poco de dificultad ya que el can andaba muy inquieto. —Cuando lleguemos te la quito— prometió mientras iban caminando rumbo al parque de la ciudad. El mago bostezó a mitad de camino y soltó a su amigo tal y como había prometido aunque no contaba con que el perro fuera corriendo a abalanzarse sobre alguien.

La castaña soltó un suspiro resignándose a lo que le esperaba, no había dormido en toda la noche y su aspecto no debía lucir muy bien que se diga. Un pequeño bostezo salio de sus labios mientras ella se estiraba tal y como lo hubiera hecho un pequeño y perezoso gato. La pila de libros sobre la mesa eran su pan de cada día; le encantaba leer y no le molestaba hacerlo con tanta frecuencia. Dejó arrastrar sus pies por inercia hacia el baño, una ducha la mantendría despierta o al menos eso quería creer. Al trascurso de unos minutos su rostro se recompuso, estaba limpia, arreglada y vestida. Imagino a su madre reprendiéndola por la falta de sueño, pero aquello no importaba demasiado. No debía permitirse pensar en su pasado, un pasado lejano al cual ya no pertenecía. Abandono aquellas cuatro paredes dirigiéndose hacia el parque, donde iba la gente normal, o, simplemente gente que pretendía serlo.

Era un bonito día, los rayos del sol acariciaban el rostro de Amelie, haciendo que sus ojos se achicaran por la dificultad de ver. Giro su rostro alejándose de aquellos molestos rayos pero terminó en el piso con un gran animal encima de ella. Sus ojos se movieron alerta al igual que sus manos preparándose para atacar en cualquier momento, sin embargo su postura se relajo al no percibir nada, era sólo un perro. Sonrió juguetonamente mientras acariciaba a aquel cachorro detrás de las orejas — Aw, ¡qué bonito eres! — exclamo con dulzura como si aquel animal pudiera entenderle.

Joshua comenzó a correr detrás de su perro en el momento que se le escapó de su lado, pero llegó tarde a querer atraparlo ya que el can se había lanzado sobre una muchacha. El rubio corrió un poco más, llegó a destino y poso sus manos sobre sus rodillas intentando recuperar un poco el aliento que había perdido ante la repentina carrera que su fiel amigo le hizo correr. Se recompuso casi de inmediato y miró con el ceño fruncido como el perro era acariciado por la chica que acababa de aplastar. —Bongo, no debes abalanzarte así— se quejó notando como el can no le dedicaba ni la más mínima atención. —Lo siento— se disculpó viendo a la castaña. Se acercó a Bon y le ató la correa nuevamente quitándolo de encima de la joven y privándole de las dulces caricias que le hacía a sus enormes orejas a sabiendas que él adoraba le hicieran cariño de ese modo. Sostuvo con firmeza la correa con su mano izquierda y tendió su derecha a la muchacha esperando la tomará para ayudarla a levantarla. —Es un poco efusivo— se excusó con una media sonrisa adornando su rostro. Se fijo en el de ella y notó lo raros que eran sus ojos, una tonalidad que nunca antes había visto, pero que le agradó casi de inmediato.

Una voz masculina hizo que su atención se desviara hacia donde ésta provenía. Un joven rubio se situaba ahora en frente de la castaña alejando al peludo animal, soltó una pequeña risa por lo gracioso que sonaba regañando a su mascota. Suspiro efusivamente al escuchar aquella disculpa — Estas disculpado — le notifico en un tono amable mientras se dedicaba a examinar el rostro de aquel muchacho. Sus ojos eran verdes, tan verdes como podían serlo las hojas de un árbol. Sonrío de forma ladina por el gesto educado del joven rubio, tomo aquella mano con la suya y estuvo a punto de soltarla al recibir una especie de corriente por todo su cuerpo. Amelie era muy perceptiva y aquello era una señal de que aquel muchacho no era normal como el resto de las personas. Se puso de pie y dejó ir aquella sensación al soltar su mano — Bongo es un nombre muy peculiar, me gusta — comento dirigiéndole una mirada al can y luego al rubio. Había algo en su naturaleza que no implicaba oscuridad y aquello la hacia sentir segura.

El perro se sentó sobre sus patas traseras y permaneció quieto después de haber hecho uno de sus líos. El rubio mostró otra sonrisa al escuchar que la muchacha lo había perdonado por el pequeño incidente que Bongo había ocasionado recientemente. Joshua sonrió a la muchacha y le ayudó a levantarse con ayuda de su mano notando cierta familiaritud al entrelazarlas entre sí. Ella era diferente, la castaña era como él; una hechicera. Si sus presentimientos no estaban mal podría llegar a asegurar que así era porque notaba algo en su persona que se asimilaba a la suya, una pequeña aura distintiva de todos los que poseían magia. Aún así no dijo nada al respecto y soltó con delicadeza la mano de la castaña. Joshua acarició la cabeza de su mascota y este dejo caer su lengua jadeando de alegría. —Se iba a llamar Toby, pero me pareció muy común— admitió el muchacho carraspeando un momento. —¿Y a quién tuvo el gusto de derribar mi muchacho?— preguntó con gracia en la voz y denotando curiosidad en su forma de hablar.