coffee and blood, Would you like? (Dimitri)

Hacía meses que no veía a Dimitri por razones de viajes; Él iba por sus lados y yo por los míos y en este último tiempo no había cruzado siquiera palabra con él ¿Razones? Me había enfadado un poco con él por una tontería y había roto el teléfono celular arrojándolo contra la pared antes de partir hacía tierras europeas. Era una excusa barata porque podría haberlo llamado desde otro teléfono, pero sinceramente necesitaba un tiempo lejos de él porque estar cerca lograba confundirme bastante.

De nuevo en Seattle estaba decida a ir a buscarle a su casa en el centro de la ciudad, pero preferí dar un paseo por ella al notar que el día estaba nublado y fuera de los rayos del sol. Días como estos tenían que ser aprovechados, además estaba un poco sedienta del tantas horas de vuelo sentada en un avión por lo que deje el equipaje en mi casa y partí hacía las ruinas que estaban a unos pocos kilómetros. Fui a pie simplemente porque era temprano y no tenía idea de donde había aparcado el coche antes de irme.

Estaba casi a medio kilómetro de llegar a destino, pero paré en lo que parecía ser una cafetería para llevarme un café y quizá un poco de sangre si tenía suerte. Le pedí al señor un infusión caliente para llevar mientras miraba lo asqueroso que era este sitio. –Si te apuras, sería mejor– dije un tanto molesta moviendo mi pie en el suelo. "Estúpidos humanos"

4 meses 2 semanas y 4 días, ese era exactamente el tiempo que llevaba sin ver a Julie. Después de haber tenido una pequeña discusión se había marchado y yo lo había permitido estando seguro de que tarde o temprano volvería a mi o al menos eso esperaba, tal vez quería creer que no solo yo sentía esta extraña obsesión con ella de querer saber donde esta cada segundo, de querer tenerla cerca y alejada de cualquier idiota que se atreviera siquiera a mirarla con algo de deseo.

Pero conforme pasaba el tiempo empezaba a tener mis dudas, tal vez si era solo cosa mía y para ella solo era el que la había introducido a este nuevo mundo, algo así como un padre. Aquel pensamiento me hizo soltar un gruñido por lo bajo, de ninguna manera ella podría verme así, ella era mía y no de una forma paternal.
Empezaba a volverme loco sin tener noticias de ella, había visto como destrozaba su celular y ni siquiera se había molestado en hablarme después de que se le pasara su enojo y darme otro número para comunicarme con ella. Estaba seguro de que ella estaría en Europa, después de todo ahí es donde la había encontrado, y de alguna forma la conocía al menos lo bastante para saber a donde iría.

Ni siquiera había preparado maletas, solo iría, la encontraría y la traería de regreso pero justo ese día algo cambio. Era algo extraño, como si pudiera sentir su presencia y entonces lo supe, ella estaba aquí...en Seattle.
Salí de inmediato y partí a las calles, pase toda la mañana recorriendo los lugares a donde solíamos ir sin tener suerte alguna, y entonces me vino de golpe ¿como pude haberlo olvidado? Las ruinas, ella adoraba ir ahí, y a mi me encantaba llevarla y ver su expresión de felicidad y paz en aquel lugar que ciertamente parecía sacado de un cuento.
Corrí un poco mas deprisa de lo normal sin importarme quien podría verme y al pasar junto a una cafetería me detuve, ahí entre todo ese aroma penetrante de café y chocolate caliente mezclado con el olor de galletas y muffins estaba su esencia. Me gire de inmediato y como si de una visión se tratase ahí estaba ella, junto a la caja. Entre de inmediato y al parecer ella no pareció reparar en mi presencia pues continuo ordenando. No pude evitar sonreír al ver su pie zapatear mientras apresuraba al chico.

Me acerque a ella hasta alcanzar su oído -La paciencia es una virtud cariño- murmure en su oído antes de alejarme un poco no sin antes inhalar su endulzante aroma.

No sabía por qué estaba pidiendo un café cuando ni siquiera sentía su sabor, aunque después recordé que podría usar la típica coartada de echarle la infusión a alguien sin querer para entablar conversación y terminar hundiendo mis colmillos sobre la piel de su cuello. Sí, ese era exactamente el por qué de eso, pero me fastidiaba lo patoso que era el tipo que atendía, además su mirada me era inquietante, como la de cualquier camarero baboso ante una muchacha. Hice caso omiso a eso y continué golpeando la suela de mi zapato contra la madera vieja del suelo hasta que una esencia bastante conocida para mí invadió el lugar mezclándose con la inmundicia dentro.

Me estremecí ante el susurro en mi oído y sonreí ante el peso de sus palabras. Me ahorré un comentario de momento para tomar el café y pagarle al tipo lo que eso costaba. Sostuve la taza con mi mano derecha y me giré a ver a Dimitri notando el mismo porte elegante que tanto lo caracterizaba. –La paciencia no es una de mis virtudes, pero puedo decir que el rastreo es un de las tuyas– comenté acercándome momentáneamente hasta él para posar un beso sobre su mejilla, cerca de sus labios.

–¿De paso a las ruinas?– pregunté frunciendo ligeramente el ceño. Quizá había sido un poco tonta al escoger un sitio que él sabía me gustaba mucho.

Alcancé a poner los ojos en blanco ante su comentario antes de que posara un beso sobre mis labios comentando que eso era un saludo apropiado. Quizá no era buena ocultándome en un lugar que él conocía muy bien y considerando que también conocía varias cosas mías no lo culpaba. Sonreí mirándole los labios mientras se los relamía. –Creo que estoy exponiendo varios defectos, debería mostrar alguna de mis virtudes– comenté viendo como tomaba el vaso de café y lo olisqueaba tranquilamente. Hice una mueca con los labios –Esa cosa apestosa sabía de lo mejor en su momento– dije con un deje de nostalgia en la voz. En ocasiones solía recordar mi época mortal con pena. Deseché mis pensamientos al verlo hablar de ese modo burlón hacía mi y estuve a punto de retrucarle el comentario, pero su repentino odio sobre aquel humano me hizo tomarle del brazo con suavidad. –Quizá es porque me gustan mucho las ruinas, cariño– dije sobre su oído tranquilamente. –Vamos afuera ¿si?– le pedí masajeando un poco sus hombros.

Me sentí un poco aliviada de salir de allí sin que Dimitri hiciera añicos a aquel humano. No es que me importara mucho su patética vida, pero hoy no estaba de humor de limpiar desechos o borrar memorias de todas las personas del bar para que el castaño no fuese buscado por todo el condado. Sonreí de lado cuando me pegó a su costado y tuve el lujo de admirar el color de sus ojos durante un momento. –Claro que te extrañe– murmuré caminando con él rodeando mi brazo. Quizá me había ido enojada a Europa, pero tenerlo así a mi lado no ayudaba a que me encontrara de ese modo aún; Dimitri era muy hábil para hacerme olvidar mis enojos. –Qué hiciste en mi ausencia?– quise saber.

Le acaricié un poco el cabello a modo cariñoso cuando dijo que había pensado en mí. Realmente no me había dado cuenta cuanto lo había echado de menos. Hacía unos años que estaba en constante contacto con él y alejarme realmente no había sido la mejor idea, además de que encontrarme con John no me había hecho demasiado bien. –Visitar Francia y tener un poco de nostalgia– musité obviando la parte de John. Seguramente a Dim no le haría mucha gracia y no quería sacarle de quicio. Me detuve cuando llegamos a las ruinas y le apreté un poco.