Looking for some peace (Natalie)

Últimamente el mejor lugar que tenía para escapar de todo era el muelle. No sabía por qué, pero este sitio me transmitía una paz que pocas veces había sentido. Probablemente eso fuese por el suave vaivén de las olas o porque no muchas personas andaban rondando por allí al atardecer. El sol estaba por caer así que tenía que apurarme para llegar allí y poder contemplar como se escabullía por el horizonte, uno de mis momentos del día favorito.

Al llegar a la playa me quite los zapatos, los enredé entre sí con los cordones y me los colgué en el cuello antes de sentarme en el borde del muelle dejando que mis pies colgaran en el aire llenándose del fresco aire que el mar le otorgaba. Solté un suspiro intentando relajarme y dejar de pensar un poco en todo el rollo de ser un lobo porque terminaría por volverme aún más loco. Todavía no entendía como había sucedido lo de la noche anterior y francamente volver a mi casa no era una opción ¿Qué si me volvía a pasar y lastimaba a alguien? No me podía dar el lujo de regresar. Apoyé mis brazos en la sucia madera y me dediqué a contemplar algunos pájaros pasar por encima mío hasta que un par de pisadas detrás mío me pusieron un poco alerta.

¿Por que no podía dejar de mirar sus labios? Solté un suspiro despacito para que no se diese cuenta, esto de ir suspirando así porque si por alguien no era lo mío. - No hay de que, ojitos - Le sonreí mirándole y volví a apartar mi vista cuando la fijé en sus labios de nuevo sin darme cuenta, escuche sus palabras mientras comía helado. - ¿A que si? Te he cambiado la vida y lo sabes - Me reí caminando con el y parándome para quitarme las sandalias cuando llegamos a la arena.

Me había quedado aún más idiota cuando me había quitado el chocolate de la cara con ese gesto, cogí aire quitándome la última sandalia y poniéndolas dentro de mi bolso. Di un mordisco de nuevo al helado y me agarré otra vez a su brazo. - No hace falta que la temas - Reí un poco - Es solo cuestión de tener un poco de cuidado - Dije esto último sentándome en la arena, no había nadie al rededor y me parecía muy buen sitio para observar la luna. No conseguía comprender como lo único que quería hacer ahora mismo era besarlo y besarlo.

Pasé mis manos por mis piernas con un suspiro, fijando mi vista en el cielo, intentando encontrar alguna respuesta en mi mente sobre porque deseaba tanto probar sus labios. Giré mi cabeza al verlo moverse y sonreí al verlo asentir así, di unos cuantos mordiscos más al helado acabándolo y me limpié con una servilleta, la cual poco después escondí en mi puño. Volví a mirarlo aunque esta vez no sonreía, baje mi vista unos segundos hasta sus labios antes de acercarme y besarlo, llevaba tiempo deseando hacerlo.

Lo estaba haciendo de una vez por todas, bien que Elliot podía separarme ahora mismo pero me daba igual, con haber probado sus labios por unos segundos me servía. Aunque no fue eso lo que ocurrió, sonreí al notar sus manos en mis mejillas y volví a ponerme seria para aumentar aún más la intensidad del beso, no quería ir demasiado deprisa, pero prácticamente me estaba saliendo solo.

Subí mi mano lentamente hasta su nuca cuando vi que el también aumentaba la intensidad del beso, parecía que yo no era la única que tenía ganas. Hundí mis dedos en su pelo poco a poco, disfrutando del tacto de su cabello contra las yemas de mis dedos y aprovechando para acariciar su cabeza con suavidad. Llevé mi otra mano hasta su pecho dado que él se acercó más a mi, lo quería lo más cerca posible.

Acomodé mi cabeza en la arena importándome bien poco que pudiese acabar perdida, saqué mi mano de su pelo para llevarla hasta su mejilla y comenzar a acariciarla suavemente, observando como mordía mi labio inferior para después soltarlo. Me aventuré a llevar mi mano libre hasta una de las suyas y entrelazarlas entre sí, dejando que así solo fuese una de sus manos la que acariciase mis brazos.

Bajé mi vista hasta sus labios cuando se separó, mientras que en los míos se dibujaba una sonrisa algo idiota. Volví a mover un poco mis dedos para acariciar de nuevo su mejilla, encantada con la suavidad que desprendía. Me parece que ninguno de los dos teníamos ni la más mínima idea sobre que decir.

Quizás lo mejor sería besarle de nuevo, bueno, en realidad no sabía si era lo mejor, pero sin duda era lo que más deseaba en este momento. Le observé moverse sin hacer nada, parecía que se iba a levantar pero al final se acomodó sin soltar mi mano, observé el agarre de reojo con una pequeña sonrisa, seguía transmitiéndome mucha ternura. Una risa salió de mis labios al escucharle, aunque después me puse a mirar a nuestro al rededor mientras asentía. - Sabía que era bonita, pero jamás pensé que tanto - Seguramente el tenía culpa en eso, pero preferí callarme antes de parecer una loca.

Y es que era verdad, yo no era mucho de fijarme en los detalles, pero todo parecía diferente y mejor al lado de Elliot. Sonreí un poco de lado cuando dio un beso en mis labios y se recostó a mi lado, adoraba la tranquilidad con lo que lo hacía todo, no se como, pero conseguía que me gustase hasta la última cosa que conocía de él. Sus palabras llegaron hasta mis oídos mientras me dedicaba a observar nuestras manos entrelazadas ¿Pensaba que era bonita? Reí un poco sin poder controlarlo y me moví, quedando de lado en la arena y por lo tanto de frente hacia él, rocé mi nariz con su brazo sin soltar su mano. - Tú también eres lindo - Supuse que ya lo sabía, pero podría repetírselo las veces que hiciese falta.

Podría jurar que estaba aún nervioso porque mi pulso estaba acelerado. Dios santo esto era peor que el primer día de escuela, peor que cuanto me enteré que Santa no existía e incluso me daba hasta más pánico que el monstruo abajo de la cama a los seis años de edad. ¿Y si no le agradaba? ¿Y si lo había hecho mal? Malditas inseguridades que vienen a cada momento del día. Solté un suspiro soplando un mechón de cabello hacía arriba antes de notar como Natalie se acomodaba de lado y rozaba su nariz contra mi brazo haciéndome sonreír por algo tan simple. Le miré divertido. –Creo viniste defectuosa de la vista, lobita– dije acariciando su brazo levemente.

Cerré los ojos por unos momentos y cogí aire, disfrutando de su olor, quizás Elliot fuese quien pudiese a ayudarme a cerrar ese circulo tan estúpido en el que llevaba atrapada algo más de un año. Quise reírme, lo acababa de conocer y ya me pensaba que iba a quedarse conmigo, no, era imposible, jamás nadie se quedaba conmigo. Pero decidí dejar de pensar en eso enseguida y disfrutar de este momento, tiempo para torturarme a mi misma con mis pensamientos siempre tenía. Abrí los ojos al escucharlo y reí un poco ante su broma - Si yo vine con la vista defectuosa entonces tu también - Le saqué la lengua aprovechando que me estaba mirando y sonreí al notar sus pequeñas caricias sobre mi brazo, no se como, pero conseguía que la piel se me erizase y eso no lo conseguía casi nadie. Llevé mi mano hasta su antebrazo y pasé las yemas de mis dedos por el haciéndole pequeñas cosquillitas.

Me tranquilizaba el sentir su piel contra la mía, ya fuese con nuestro agarre de manos o con las caricias que nos estábamos dando unos a otros, cada vez se sentía mejor. Llevé mi vista hasta sus labios y una sonrisa cruzó mi cara al ver la suya, eso tampoco lo conseguía demasiada gente. Asentí a sus palabras. - Tus sentidos van mejorando poco a poco días antes de transformarte - Le expliqué de forma amable llevando mi vista hasta mi hombro y observando con media sonrisa como lo acariciaba. Cuando recordé que ayer había sido su primera transformación otro pensamiento cruzó mi mente, recordándolo a él solo en el muelle cuando lo encontré. - Oye, Elliot... - Hablé un poco más bajito que antes, pero la verdad es que esto me daba algo de vergüenza ¿Y si decía que no? Dios, nunca me había ocurrido algo así. Tragué saliva antes de hablar. - Si estás mal con tus padres por lo ocurrido, puedes quedarte a dormir a mi casa si quieres, yo vivo sola - Intenté sonar simplemente amable, pero la verdad es que me moría de ganas por dormir con él.