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Mensaje por Bastian Rouvier Sáb Mar 09, 2013 3:33 pm

Andando por la carretera de regreso a casa parecía uno de esos días en que nada emocionante fuera a pasar. El cielo demasiado celeste, el viento demasiado lento, la carretera demasiado tranquila. Íbamos un auto por delante y yo detrás a prácticamente la misma velocidad.
¿Qué era esto? Parecía una jodida escena de película feliz. Si la emoción no viene a ti, ve y fabrica la maldita emoción.

Una niña en el asiento trasero del auto que iba delante llevaba mirándome unos minutos a través del vidrio, hasta que decidió que hacerme burla moviendo sus manos sería divertido. Creo que estuvo en lo correcto, en verdad se hizo divertido, para mi.

Mirándola con una sonrisa de lado hice que las ruedas de su auto se detuvieran, al tiempo que detenía mi marcha también. Aparqué a un lado de la carretera y bajé de mi Cadillac comenzando a caminar hacia ellos. El tipo gordo que iba de conductor me miró y comenzó a explicar que no entendía qué había sucedido, probablemente creyendo que mi intención era ayudarle con la mecánica de su chatarra. La mujer junto a él pareció tener algo más de instinto y le tocó el brazo insistentemente como queriendo decirle algo, pero él no parecía hacerle caso.
Y la niña en el asiento trasero.. bueno, ella sí entendió que se había metido en un lío.

El gordo se bajó de su auto para ir a revisar el capot mientras la mujer continuaba clavándome la vista con desconfianza. Le sonreí con perversión y se apresuró a bajar también como protegiendo a su marido. El tipo agachó su cabeza para ver qué podía tener de malo su mecánica. Concentrándome en las bisagras de la cubierta hice que se derrumbara, cayéndole encima al hombre y dándole el gancho de cierre justo en el cuello, atravesándolo.
La mujer comenzó a gritar como loca mientras la niña salía del auto llorando y gritando yendo junto a su madre.
Pero.. no la dejé llegar. Aferré su cabello con mis dedos y la arrastré hasta mi lado. La madre me clavó los ojos y quiso acercarse a quitármela pero con mi otra mano tomé a la niña por el cuello con fuerza, haciendo que se pusiera colorada e impidiéndole seguir gritando, pero sin llegar a dejarla sin aire - Ni se te ocurra - le susurré con mi típico tono de voz ronco. La mujer se detuvo, entendiendo la situación. O me obedecía o vería morir a su hija al instante.

Hice caminar a la niña conmigo mientras me acercaba al cuerpo del padre. La pequeña lloriqueaba en silencio como si entendiera que otra cosa sólo empeoraría todo.
Levanté el capot, desincrustando el gancho de cierre de su nuca y volteando su cuerpo para dejarlo boca arriba. Aún sosteniendo a la mocosa por los pelos le bajé el pantalón al gordo sangriento y dejé al descubierto su pene. Le miré con un gesto que mostraba entre asco y risa.
Nos eché hacia atrás con la cría - Cómelo - le ordené a la madre, sin poder ocultar ese brillo de crueldad en mis ojos.
Sus piernas comenzaron a temblar al igual que el resto de su cuerpo. La vi poco entusiasmada con la idea así que estrujé el cuello de su niña un poco más - Más tardas y menos aire le queda.. tu decide - solté disfrutando de cada jodido segundo de esta situación.
- Tampoco es como que vayas a llenarte con eso - agregué con una sonrisa de total burla.

Y al fin dejó de hacernos esperar. Con sus ojos llenos de lágrimas susurró un "te amo y lo siento" a su hija y comenzó a morder el.. bueno, eso que ellos lamarían miembro, muerto de su marido.
Se apartaba unos centímetros para masticar lo que podía y tragar. Su expresión valía oro. Obligué a la niña a mirar, manteniendo sus ojos abiertos y riendo por lo que veía - Eres de verdad un asco, vieja - dije, acercándome a ella arrastrando a la pequeña conmigo y, tomando a la mujer de la cabeza, le di un golpe contra la chapa del auto, dejando que se desangrara y muriera. Ya el espectáculo me había aburrido, pero aún tenía a la niña.

- Ven, vamos a dar un paseo - le propuse como si nada de lo anterior hubiera sucedido. Pero no lo toleró y cayó desmayada. La miré con fastidio y la levanté para llevarla hasta mi auto y arrojarla en el asiento junto al mío. Luego de eso, arranqué nuevamente y seguí camino hasta llegar a casa.
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Mensaje por Amelia Rouvier Sáb Mar 09, 2013 5:03 pm

Amelia se revolvió entre las sabanas rojizas cuando el sol le golpeó en el rostro, deslizó el rostro contra la almohada soltando un suave bostezo, no era de madrugar, a fin de cuentas no tenía nada que hacer y la pereza era una de esas cosas que con la perdida de las alas había parecido instaurarse en sus adentros. La morena se acomodó el cabello castaño, un poco alborotado, tras la oreja para aun medio dormida tantear con la mano derecha el otro lado de la cama encontrando un resultado decepcionante, Bastian no estaba, y nada podía enfurecerla más. De un brinco se puso de pie, y al cernirse de que no era cosa de un sueño si no que de verdad no estaba allí, apresó entre sus dedos una de las almohadas y las rasgo tirando de la funda hasta sentir las plumas bañando el suelo, rota la lanzó bien lejos, hasta que golpeó una de las paredes y resopló – ¿Donde estará ese bastardo? – Preguntó en voz alta, para si misma, pues dudaba nadie la estuviera escuchando. Puso rumbo al cuarto de baño, despojándose de su ropa por el camino y metiéndose dentro de la ducha para tratar de despejarse, el agua cálida cayó contra su piel, deslizándose por esa, acariciando rincones de su piel que hubiera deseado que su hermano acariciara nada más despertar. Tenía una forma muy particular y placentera de despertar a su hermano, y no haber podido disfrutar de aquello era lo que más la enfadaba, el también tenía su modo de despertarla y para una mujer no hay nada mejor que despertarse húmeda, o eso se había encargado su hermano de conseguir que aprendiera.

Cuando acabó la ducha, tras secarse el cabello castaño y dejarlo perfecto, se enfundo una de sus piezas de lencería, una morada con puntilla gris y se cubrió la figura con una de las camisetas de los Lakers que pertenecía a Bastian ¿Las razones de aquello? Uno, por que tenía que hacer la colada y su ropa estaba sucia, dos, por que la camiseta le quedaba tan holgada que se podía ver el principio de sus senos y de la lencería escogida, y provocar a Bastian de ese modo cuando estaba algo molesta era toda una delicia. Mientras se observaba en el espejo, escuchó el sonido de la puerta al abrirse, pasos se sucedieron, algo más pesados y ruidosos que de costumbre, pero Amelia sabía perfectamente que era él ¿Quien iba a ir si no a aquel antro de perversión al que llamaban hogar? Salió de la habitación y puso rumbo al salón donde se encontró a Bastian de espaldas. Que cabrón esta guapísimo, pensó observando lo bien que se ajustaban sus vaqueros a su figura y aquella camisa blanca, se mordió el labio antes de anunciar su presencia – Buenos días cielo – Masculló con un tono meloso, usando esto y el apelativo cielo por que sabía lo mucho que le molestaba, casi tanto como cuando él la llamaba ángel.

Cuando se dio la vuelta y la observó esbozó una media sonrisa, acercándose con aquel paso sensual y tranquilo que siempre la acompañaba, una vez lo tuvo frente a frente le observó de arriba a abajo para percatarse de algo, tenía las manos ensangrentadas. Se mordió el labio juguetona, y le tomó de la muñeca, alzando su mano hasta llevarla contra sus labios, abrió la boca introduciéndose el dedo índice de su hermano dentro de la boca, lamiendo este, sintiendo el cálido sabor de la sangre bañando su lengua. Cuando se sacó el dedo de la boca se relamió los labios – ¿Donde has estado hermano?
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Mensaje por Bastian Rouvier Sáb Mar 09, 2013 7:16 pm

Apenas llegué a casa la niña en el asiento junto a mi comenzó a despertar, y antes de que gritara o lloriqueara como histérica la miré fijo - no recuerdas qué pasó con tus padres ni nada de ellos. No recuerdas tu nombre, quien eres o por qué estás aquí - le dije cuidando la claridad de mis palabras, quitando de su memoria ciertos recuerdos que complicarían la convivencia. Supuse que la dejaría ser como.. mi mascota. Al fin y al cabo los niños tienen energía de sobra, pueden ir y venir haciendo lo que les pidas. Estaba haciéndole un favor.. velaba por su necesidad de gastar energías. Debería estar agradecida.

Luego de explicarle que ella era huérfana y trabajaba para mi seguía confusa, pero dejé que acomodara sus ideas mientras nos adentrábamos a la sala. La vi observarlo todo con interés, lo que era de esperar, el lugar era una especie de laberinto con decorado de lujo.

- Esa es la cocina de la planta baja - le expliqué, indicándole con el dedo la dirección - ¿qué tal si mueves tus piernitas y me buscas una botella de Ginebra? Sabes leer, ¿cierto? - era malo adivinando las edades de los niños, todos se me hacían iguales, como pequeños duendes tontos.
Ella asintió y, como si subconsciente le estuviera advirtiendo que lo mejor para ella sería seguirme la corriente, caminó sin preguntar hasta la cocina.
Viéndola desaparecer por la habitación, me pregunté dónde estaría mi hermana. Quería mostrarle a nuestra nueva atracción. El destino respondió a mi pregunta cuando su voz sonó a mis espaldas, soltando palabras que, sin siquiera mirarla aún, sabía eran porque algo le había molestado. Ella sabía bien que diciéndome así sólo lograba encabronarme.

Volteé a verla y me encontré con esa media sonrisa que podía conmigo. Se acercó hasta mi con una camiseta mía que le quedaba demasiado grande, dejando ver más de lo que necesitaba ver si pretendía mantenerme calmado cerca suyo.
Tomó mi muñeca y alzó mi mano. Había olvidado que aún tenía sangre de los padres de la niña, pero tampoco tuve mucho tiempo para pensar nada porque cuando se portaba de esa forma no me dejaba pensar con claridad. Se puso mi dedo en su boca y lo lamió quitándome los restos de sangre. Todo lo que invadía mi cabeza luego de aquello era la idea de desnudarla y llevarla contra lo primero que me topara, pero eso, a juzgar por su actitud, sería darle el gusto. No me olvidaba de la forma en que me llamó, sabía que estaba jugando conmigo e intentando hacerme caer en lo que quería. De todas formas, no había momento en que no sintiera una profunda satisfacción al ver los resultados que había tenido sobre ella. Un ángel provocándome de esa manera.. sólo había algo mejor que eso, y era que, esa persona era mi hermana.

Así que si ella jugaba conmigo decidí hacer lo mismo con ella, pero de una forma muy distinta. Decepcionándola.
- Me crucé con una hechicera. Primero sólo la subestimé pero dijo una palabras y.. desde aquello estoy sintiéndome muy distinto - la niña regresó de la cocina, trayendo la botella que le había pedido, y fue la pieza perfecta que le faltaba a mi relato - esa niña - pronuncié con un tono distinto al que me caracterizaba. Hablaba como si estuviera en estado de shock o atontado - vi como sus padres sufrieron un accidente de auto al regresar. Fui a salvarla, sólo ella estaba con vida, y sentí que debía ayudarla - solté poniendo mi mejor expresión de mártir recordando sus actos heroicos. Me froté la frente como si estuviera confundido y me apoyé contra el respaldo del sofá.
Eché un vistazo a mi hermana, sabiendo que con esto estaba tirando abajo todos sus planes por hacerme caer en su juego, pero al mismo tiempo siendo completamente consciente de que yo mismo estaba tirando mis ganas al suelo.
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Mensaje por Amelia Rouvier Sáb Mar 09, 2013 7:57 pm

Se relamió los labios gustosa aún sintiendo el sabor de la sangre deslizándose poco a poco por su garganta, si le hubieran dicho antes que el perfume y el sabor de la sangre la harían perder la cabeza, les llamaría locos. Ella que siempre se había mareado con el fuerte aroma de lo que por nuestras venas corre, ahora podía asegurar que la excitaba, que era una de las pocas cosas que calmaban un paladar mucho más exquisito ahora que cuando era un cándido y dulce angelito. Cuando sus fuertes manos se deslizaban por sus muslos bañadas de tan dulce néctar... Perdía el sentido. Deslizó sus manos, acariciando su torso, aún se sentía enfadada por que la hubiera abandonado de ese modo llegada la mañana, pero es que no podía dejarle, era como una droga, la más adictiva, la más potente, y la tenía del todo enganchada. Alzó la vista para clavarla en sus ojos ¡Diablos! ¿No le había bastado con aquel acto para desear besarla? Por que ella lo devoraría. Ladeó el rostro esbozando una media sonrisa juguetona, esperando una respuesta a su pregunta – Te has ido sin despedirte... – Le recordó manteniendo aquella vocecilla dulzona, sintiendo que era necesario aquel inciso para que la entendiera.

Me crucé con una hechicera. Primero sólo la subestimé pero dijo una palabras y.. desde aquello estoy sintiéndome muy distinto. Amelia enarco una ceja de inmediato, cesando aquel jugueteo que realizaba sobre su torso, esas caricias circulares sobre su pecho que se había dedicado a hacer de modo juguetón para que cayera y la compensara por el decepcionante despertar. Escuchar aquello no la hizo ninguna gracia – ¿Que quieres decir? – Preguntó curiosa, pero la sonrisa ya no lucía sobre su rostro. Escuchó unos pequeños pasos y la morena dio un paso atrás para luego observar a la pequeña figura que tras su hermano se alzaba. Mejillas sonrosadas, cabello rubio y ojos claros ¡Dios! Le dieron ganas de vomitar, si parecía un angelito con esa aura de inocencia que todos los niños siempre llevan consigo ¿Que diablos era eso? Y lo más importante ¿Que diablos hacía allí? Apartó la mirada de la niña y le observó incrédula – ¿Que hace aquí eso? – Preguntó, ni palabras para describir la repulsión que tan pequeño ser le provocaba la salieron de los labios. Esa niña, vi como sus padres sufrieron un accidente de auto al regresar. Fui a salvarla, sólo ella estaba con vida, y sentí que debía ayudarla. Le ardieron las entrañas, se le revolvió el estomago solo de pensar en su hermano siendo una alama bondadosa salvando a una puta cría de un accidente. Se apartó de él de un modo más acentuado, le dieron ganas de darle un bofetón para que se despertara y volviera al mundo real.

Resopló, fijando su vista de nuevo en la niña – ¡Maldita sea! ¿Y tú que miras? – Preguntó pagando su frustración en aquello que tenía más a mano. Se mordió el labio y observó de reojo a su hermano – Dime que me estas mintiendo
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Mensaje por Bastian Rouvier Sáb Mar 09, 2013 8:32 pm

Viendo un ápice de confusión en los ojos de mi hermana sólo me sentí mejor.
Supe que la estaba desorientando por no actuar como siempre lo hacía. Y sí, me estaba partiendo por no dejarme llevar y darle lo que ambos queríamos, pero también se me hacía muy divertido el llevarla a la completa desilusión.
Me concentré en cada pequeña artimaña que usaba para hacerme reaccionar. Y sus palabras.. vamos, ¿de verdad se pensaba que no entendía lo que buscaba? Logró decepcionarme a mi que me considerara tan ingenuo.
Cuando comenzó a acariciarme simplemente supe que tenía que alejarme o iba a arruinar mi intento por ignorarla para llevarle la contra. Y reforzando mi actuación, simulando pena por haberme ido sin despedirme como ella dijo, muy por el contrario de lo que hubiera hecho en cualquier momento, le di un beso corto, sin nada de entusiasmo y completamente casto. Madre mía, luego de esto tendría que revolcarme con ella hasta sacarme las ganas. Y teniendo en cuenta todas las ganas que estaba acumulando y reprimiendo, ese día iba a ser agitado.

Cuando vio a la cría y puso esa cara de repulsión ni siquiera supe yo cómo hice para contener la risa. Tenía que seguir esto por un poco más.
- Creí que podríamos cuidar de ella.. es que mírala, parece un ángel, es casi.. como tu - expuse, concentrándome por contener la risa y verme tan serio como podía. Sabía que lo que dije la fastidiaría. Compararla con un ángel o llamarla así era casi tan molesto para ella como para mi lo era cuando me decía cielo.
Miré a la niña y me dirigí a ella - ¿tienes hambre, cierto? Ven, vamos a darte algo - dije concentrando mi atención en ella y casi ignorando a mi hermana. No iba a parar hasta dejarla completamente molesta. Me moví hasta la cría y comencé a caminar hacia la cocina.
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Mensaje por Amelia Rouvier Sáb Mar 09, 2013 9:22 pm

Si eso era un beso, ella era casta y pura ¿Donde estaba la lujuria? ¿Donde estaba la pasión? En aquel beso definitivamente no. De un modo doloroso le venían a la cabeza recuerdos de la primera noche juntos, la noche en la que su ímpetu y su pasión hacía ella la hicieron perder la candidez ¿Es que ahora una maldita bruja le había arrebatado lo que era suyo? No, se negaba a aceptar aquello, o estaba jugando con ella o se estaba volviendo loco. Pero su rostro estaba completamente serio, frío, no parecía que estuviera jugando con ella, sabía bien que su hermano era un maestro del engaño pero se sentía tan frustrada escuchando sus palabras que era incapaz de creer algo más allá de lo que escuchaba ¿Y si no estaba jugando con ella? ¡Joder devuélveme a mi hermano! Creí que podríamos cuidar de ella.. es que mírala, parece un ángel, es casi.. como tu. Cuando le escuchó decir eso tuvo que aguantarse las ganas de nuevo de no arrancarle la cabeza de un bofetón, nada había en este mundo que la enfadara más que la comparara con los seres estúpidos a los que antes pertenecía, ella ya no era uno de ellos, ya no era débil y bondadosa, si buscaba hacer que su sangre ardiera iba por buen camino.

La ignoró, ni siquiera tuvo el detalle de responder a su pregunta y Amelia resopló de un modo sonoro, intentando clamarse para no estallar y cargarse a la que ahora la crispaba más que nada en este mundo. Maldita cría odiosa, vete de mi casa. Cuando le escuchó hablar con la niña de ese modo tan cándido el estomago volvió a darle un vuelco, no vomito quien sabe por que – ¿Que diablos haces Bastian? – Pero el no la escuchó, se limitó a poner rumbo a la cocina con la niña estúpida, grito de la rabia, pero no le siguió, por que si no se lo cargaba allí mismo. Fue a la habitación, tomó unos vaqueros cortos y se los puso, tenía que salir de allí si no quería volverse loca, buscaría algo con lo que descargar su rabia que no fuera Bastian, por que se negaba a ver sus escenas de padre o hermano mayor con una niña. Tomó su bolso, aún llevaba esa camiseta que dejaba ver más de lo decoroso, pero mejor así atraería con más rapidez a unos cuantos que cargarse.

Se adentró en la cocina solo para coger sus llaves, y se miró en el reflejo que en la encimera se encontraba para arreglarse el cabello. Observó a su hermano de reojo y se acercó de nuevo con paso suave para estar frente a frente con el – Una vez me dijiste que si te comportabas como un angelito... – Uno de sus dedos ascendió y acarició su cuello – Te rebanara el cuello y lamiera tú sangre hasta quedar satisfecha... – Se mordió el labio – No se si debería hacerlo... La idea de que tú sangre bañe mis labios es excitante – Comentó jugetona – Me largo, a follarme a algún tío o a matarlo lo que antes me ayude a desfogarme – En realidad no había más hombres para ella, pero buscaba una reacción – A ver si se te pasa esta gilipollez cuando vuelva hermano
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Mensaje por Bastian Rouvier Sáb Mar 09, 2013 10:16 pm

De camino a la cocina oí sus bufidos de queja y sonreí sin que me viera.
Mientras escuchaba ruidos molestos de la planta alta tomé la botella de Ginebra y comencé a tomar. La niña me miraba sin entender una sola cosa de lo que pasaba. Le tendí la botella - ¿Tomas? - ella negó y me miró con miedo. Al parecer hablar ya no era una opción para ella.

Luego de ruido de puertas, gritos y silencios, Amelia apareció enfurecida en la cocina a coger sus llaves. Se había cambiado y caminó hasta mi con tenacidad. La observé alzando el ceño con un aire de burla en mi mirada. De verdad había logrado cabrearla.
Puso su dedo en mi cuello contándome las ganas que tenía de saborear mi sangre. Mi sonrisa se convirtió en algo demasiado notable. Estaba completamente complacido con su reacción. Verla así de furiosa sólo aumentaba mis ganas de hacerla callar.. a mi modo.

Cuando dijo eso de que se largaba a follarse a otro tipo ni siquiera me lo tomé en serio. Me dediqué a soltar una carcajada sonora y usar mi poder para quitarle las llaves de la mano, moviéndolas hasta mi mano, desafiándola.
- ¿Qué dices? ¿que vas a qué..? - volví a reírme en su cara - ¿ah sí? Buena suerte con eso - solté con algo menos de gracia, sino dejándole notar que definitivamente no iba a dejarla irse de la casa.
Jugué con sus llaves en mi mano, haciendo ruido con ellas y cerrando mentalmente la puerta de la cocina. La niña viendo todo aquello de las llaves moverse y la puerta cerrarse sola empezó a gritar asustada. Dirigí mi vista a ella con un gesto de hastío - Indiscutiblemente me gustas más callada - exclamé como pensamiento en voz alta y le arrojé con fuerza el llavero en la cabeza, haciendo que se desmayara.
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Mensaje por Amelia Rouvier Dom Mar 10, 2013 3:45 am

¿No me crees capaz? – Preguntó ante su primera carcajada cuando le dijo que se iba a buscar a otro. En un parpadeo las llaves volaron desde sus propias manos hasta las de su hermano, quien jugueteó con ellas unos instantes de modo desafiante antes de burlarse nuevamente de ella. Amelia rió – Follar, robar, matar.... A hacer cosas de verdad – Dijo marcando cada palabra, como si este acto mostrara lo divertido que era – ¿Que esperabas? ¿Que me quedara a hacerla la cena a tú amiga? – Hizo un movimiento de cabeza señalando a la cría – De eso nada – Trato de quitarle las llaves, pero Bastian como de costumbre en aquel tipo de juegos era mucho mejor que ella y solo le quedó resoplar enfadada. Dio media vuelta, poniendo rumbo a la puerta, si se pensaba que iba a impedirla marchar por quitarle las llaves iba listo. Tomó el pomo de la puerta con la mano tirando de este, pero la puerta estaba cerrada – ¡Bastian! – Exclamó antes de ladear el rostro para observarle – Abre – Espetó, estaba tan enfadada que era incapaz de ver algo más allá de si misma, no era capaz de ver que su querido hermano estaba haciendo de nuevo alarde de esa actitud capaz de volverla loca.

De fondo escuchaba los gritos de la maldita cría – Oh ¿No le has contado a tú niñita lo que somos? – Se mordió el labio – ¡Deja de gritar condenada! ¿No ves que mi hermano es un trocito de cielo? No va a hacerte daño... ¿Verdad? – Preguntó desafiante. Bastian observó a la cría y tras un pensamiento en voz alta, arrojó aquel llavero dandole en la cabeza a la niña, haciendo que se callara de una maldita vez y que un suspiro complacido abandonara los labios de la morena. Por fin fue capaz de discernir que había estado jugando con ella, que había querido enfadarla ¡Maldito Bastian! Se acercó con paso tranquilo, poniéndose de puntillas, acercándose a su labios pero en lugar de besarle, mordió el inferior con cierta fuerza a modo de reprimenda. Sonrió – Me había asustado imbécil – Le recriminó, pero su voz sonaba mucho más suave, complacida por ese gesto que acababa de tener con la niñata que ahora se encontraba tendida en el suelo. Se acercó nuevamente, besando su cuello, hasta ascender a su tatuaje de la media luna, ese que era su marca, el que le ponía a todo aquello que era suyo para que nadie tocara y que por lo tanto, ella misma llevada tatuada en el bajo vientre. Era suya. Se acercó a su oído – Hazlo otra vez – Comentó en un susurro bañado de lujuria, quería ver sufrir un poco más a la niña en manos de su hermano.
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Mensaje por Bastian Rouvier Dom Mar 10, 2013 1:16 pm

- No, no te creo capaz - respondí sosteniendo mi sonrisa burlona. Lo que no agregué fue que no la creía capaz porque directamente no la dejaría salir de la casa. ¿Mi hermana capaz de conseguir a un tipo? Podría tener filas. Filas de condenados que no vivirían más que lo que ella tardara en decir una palabra. Oh no, espera, aún recordaba al último.. el tipo sí vivió. Con una de sus miserias menos.

Cuando se enfurecía de esa forma no podía verse más sexy. Me pedía que abriera y sólo me limité a reír. Lo único que iba a abrir sería sus piernas si seguía con esa actitud. En medio de su furia ni siquiera pudo ver que mis ojos volvieron a brillar de perversión.
Cuando mencionó lo de trocito de cielo se me cayó el buen momento por un segundo. La fulminé con la mirada, pero sabía que sólo quería molestarme para que volviera a actuar como de costumbre.

Oí su suspiro luego de verme arrojarla el llavero a la cría. Me volteé a verla - ¿Ya has acabado con tu berrinche? - cuestioné mientras ella se acercaba. Me mordió con fuerza y me aparté rápido como con irritación. Tomé su nuca con algo de impaciencia, tirando de su cabello para ponerla bien cerca y la miré de forma dominante - ¿Por qué no te vas ahora a follarte a otro? - escupí las palabras con verdadera aversión para luego soltarla con algo de brusquedad, pero se acercó nuevamente. Comenzó a besar mi cuello, ascendiendo, y me relajé, restándole importancia a todo lo anterior. Me susurró que lo hiciera otra vez, sabiendo perfectamente a lo que se refería, con ese tono de lujuria al que no podía negarle casi nada.
- Ya me harté de la puta niña - solté volviendo a la impaciencia y me aparté de mi hermana haciendo volar el cajón de los cuchillos por el aire y que acabara junto a la niña en el suelo. Me puse en cuchillas junto a ella. Tomé una de sus manos y estiré su brazo por encima de sus hombros. La cría estaba aún algo adormecida pero entre el ruido y el movimiento empezó a despertar. Busqué uno de los cuchillos y lo clavé en su mano derecha, llegando a atravesar incluso el parqué. La jodida pequeña comenzó a gritar nuevamente de forma escandalosa. Sonreí y repetí mi tarea con otro cuchillo en su mano izquierda. Otra ola de gritos renovados, algunos ahogados por el dolor. Ahora tomando un par de cuchillas más grandes alineé sus piernas y clavé sus tobillos juntos contra el piso de madera.

El lugar se había convertido en un mar de sangre y los gritos continuaron por unos momentos más hasta que la puta ya no tuvo fuerzas ni siquiera para gritar.
- Allí tiene su trozo de cielo - comenté mientras me incorporaba y veía la postura en que quedó, como crucificada.
Miré a mi hermana con la mirada cargada de fulgor y me quité la camisa. Había pasado del blanco al rojo en cuestión de segundos. La dejé tirada en el suelo y cogí la botella de Ginebra que había quedado olvidada en la mesada para darle un buen sorbo. Volví a dejarla en la mesa y clavé mi vista en Amelia. Luego de todo aquello tenía las energías a tope, estaba extasiado.
- Ahora le toca a la siguiente - sonreí con plena lascivia y dejé que la puerta de la cocina se abriera - yo que tu correría - advertí alzando el ceño divertido y me encaminé a ella.
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Mensaje por Amelia Rouvier Dom Mar 10, 2013 2:30 pm

Cuando tiró de su cabello, Amelia sintió que le ardían las entrañas, excitada, volviendo a ver el brillo dominante en los ojos de su hermano, se relamió los labios de puro gusto y no tardo en acercarse de nuevo para devorar su cuello, acariciar con la punta de la lengua aquel brillante tatuaje desatando su ardiente deseo por él. Observó a la niña de reojo antes de pedirle que lo hiciera, quería ver como la torturaba, después del susto que acababa de darla era lo mínimo, necesitaba sangre y violencia, necesitaba volver a ver a Bastian siendo el bastardo que tanto le gustaba. Cuando le escuchó hablar y el sonido de los cuchillos por los aires se mordió el labio gustosa, imaginando que iba a hacer, se recostó contra uno de los muebles de la cocina, apoyando los codos para poder ver perfectamente lo que iba haciendo. El primer alarido de dolor la hizo estremecer y una carcajada se escapó de sus labios, clavó los cuchillos en sus manos y la sangre empezó a brotar bañando el parque, se mordió el índice juguetona. El siguiente objetivo fueron sus piernas, creando una cruz perfecta, dios esperaba que le quedaran fuerzas suficientes luego para jugar a los hermanos.

Cuando volvió la mirada en ella Amelia se incorporó – Hermano... – Susurró en un jadeo excitado mientras se acariciaba con lascivia el escote que la holgada camiseta dejaba ver. Le vio quitarse la camisa, pequeñas gotas de sangre se deslizaban por su torso por el contacto con la camiseta ensangrentada, rió juguetona mientras se relamía el labio inferior. Ahora le toca a la siguiente. Dio un paso alzándose la camiseta, mostrando los vaqueros cortos que llevaba puestos, deslizó la mano hasta apresar el botón mientras lo desabrochaba – Hermano... ¿Que vas a hacerme? – Preguntó con fingida inocencia mientras lentamente empezaba a deslizar el pantalón por sus piernas mostrando la lencería morada que se había puesto para él – Esas cosas no las hacen los hermanos... – Comentó juguetona. Yo que tu correría. Amelia dio un par de pasos de espaldas, soltando una suave risa antes de salir por la puerta de la cocina buscando que la siguiera.
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Mensaje por Bastian Rouvier Mar Mar 12, 2013 1:03 am

Cuando la miré, ella se acariciaba haciendo justo lo que yo quería hacer, aunque de una forma mucho más delicada que la que yo usaría. Con la niña al fin muerta, con sangre por doquier, luego de gritos de dolor, luego de engañar por unos momentos a mi hermana, ahora sólo quedaba un deseo a corto plazo por satisfacer y estaba mirándome en la otra punta de la cocina, provocándome con cada milimétrico movimiento, con cada jodido suspiro. Ahora sí me concentraba en cada detalle suyo, como la forma en que se mojaba los labios.

- Si preguntas qué es lo que no voy a hacerte tendremos menos tiempo de charla - su tono de inocencia me devolvía a los tiempos en que tenía que confundirla para llevármela a la cama, en los tiempos cuando aún ella sentía que lo que hacíamos era incorrecto, y que ese toque de culpa la volvía más.. difícil. Ahora simplemente se comportaba como una puta conmigo, justo lo que había planeado desde el momento en que la vi luego de años. Quien ella era ahora era mi obra, mi trofeo. Y vaya que lo había hecho bien..

Observé cómo dejaba que su pantalón se deslizara, sólo un poco, para que viera su ropa interior. De mi pecho salió un gruñido y las luces del lugar se volvieron intermitentes.
- ¿Ah no? Eso vamos a verlo.. - repliqué antes de salir disparado tras ella. Sí, era rápida, pero dudaba que alguien me ganara cuando quería algo.
La atrapé por la espalda en la sala, rodeando su cintura con mis brazos para retenerla y hundiendo mi rostro en su nuca, manchándola también con algo de la sangre que me había quedado.
Dejé que se reclinara contra el respaldo del sillón boca abajo mientras la apoyaba por detrás. Llevé mi mano hasta su vientre y comencé a bajar acariciándola para meter mi mano por debajo de su lencería. Con la mano izquierda cogí su pelo tirando de él para que se arqueara como quería, hasta llegar a rozar mis labios contra su oído - A ver si encuentras a un humano que te toque como yo - desafié, sonando mi voz de un tono completamente ronco, recordando con fastidio lo que antes había mencionado. Estaba ahogado en lujuria. Moví mis dedos en forma circular por su clítoris, masajeándola con insistencia, rítmica y constantemente. De seguido moví los dedos y se los metí dentro, dejando a mi pulgar jugando donde antes al mismo ritmo. Los metí y saqué una y otra vez, con rapidez y brusquedad, hasta que se humedecieron bien. Sólo para darle un incentivo, para darle más ganas.

Quité mi mano de dentro de su ropa y la alcé hasta sus labios, rozándolos con mis dedos y dejándole probar un poco de ella, para luego arrastrar mi lengua por su boca y robárselo.
Me puse a jugar con su escote hasta rasgar su remera y quitársela del todo, dejándola olvidada por el suelo.
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Mensaje por Amelia Rouvier Mar Mar 12, 2013 3:44 am

Amelia había cambiado mucho desde que se entregara a la lujuria y el incesto que su hermano le había propuesto, se había dejado tentar por él hasta un punto de no retorno, ese en él que la molestaba incluso que se hubiera ido de la cama sin dedicarle esos besos llenos de pasión o las lujuriosas caricias que solo él sabía dar. Perder las alas no era algo que le importara lo más mínimo si con ello podía ser devorada por Bastian. Abandonó la cocina solo para prolongar aquel juego que entre ellos existía, aunque ardía en deseos por sentir sus dedos hundiéndose en su abrasador sexo disfrutaba tanto como él de los juegos y las provocaciones. No tardó en atraparla, y aunque se revolvió suavemente fingiendo que deseaba escapar, no lo logró, sintiendo el contacto de la sangre contra la nuca en un más que placentero cosquilleo – Hermano – Susurró de un modo entre cortado, por que sabía lo mucho que le excitaba que en la cama lo tratara de ese modo, sabía que le gustaba más que lo tratara como hermano que como su nombre, el incesto era para él un estimulante. La hizo moverse hasta sentir contra el pecho el contacto del cuero del sillón, como su fuerte cuerpo rozaba su espalda y como su ardiente virilidad acariciaba sus glúteos aún por encima de la ropa. Su mano descendió hasta colarse en el interior de su lencería y su cuerpo tembló gustoso ante tan dulce expectativa. La tomó del cabello, tirando de él para que su cuerpo se arqueara y pudiera alcanzar su oído su cuerpo se tensó en la tarea mordiéndose el labio con cada palabra, palabras bañadas en lujuria.

Cada bello de su cuerpo se puso de punta y Amelia inició aquel juego que sabía despertaba sus ganas de follarla más que cualquier insinuación visual. Al sentir como su mano empezaba a acariciar su sexo a modo de tentativa, la morena negó con la cabeza – No hermano – Susurró volviendo a fingir inocencia – Esto no esta bien, suéltame – Le rogó como lo haría una niña. Sabía que a Bastian le excitaba cuando rememoraba aquel comportamiento puro e inocente que cuando era un ángel lucía y se limitó a repetir las palabras que le había dicho antes de sentir como su miembro la penetraba por vez primera – Para por favor, no quiero – Acarició su clítoris con rudeza hasta hundir los dedos en ella, y todo su cuerpo reaccionó al instante empapando sus dedos con aquel cálido flujo, gimió al sentir como los sacaba por completo y los introducía nuevamente de un modo brusco. Nada podía excitarla más que cuando era rudo con ella – Hermano – Gimió con fuerza. Su mano húmeda ascendió hasta rozar sus labios, dejando que su lengua lamiera como si de agua se tratara, no dejó que pasara de sus labios pues con la lengua se lo arrebató. Jugó entonces con sus pechos o más bien con su camiseta, deshaciéndose de ella de un tirón.

Su trasero se deslizó en una suave danza, rozando el bulto que bajo la ropa empezaba a intuirse, se mordió el labio juguetona echando la cabeza atrás e intensificando el placentero roce haciendo que su erección se endureciera por momentos – ¿Que escondes ahí hermano? – Preguntó con un tono lujurioso, soltando un suspiró con el roce intenso de la virilidad del demonio – ¿Es para mi? – Preguntó antes de soltar una suave risa – Quiero verlo, anda hermano quiero saber si es grande – Le pinchó, claro que lo era, estaba demasiado bien dotado como para dejar pasar la oportunidad. Se mordió el labio juguetona antes de observarlo de reojo – Mis labios quieren saber cual es su sabor hermano
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